ALOZAINA -
MONUMENTOS PRINCIPALES
Acueducto y Fuente El Albar -
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El Nacimiento de El Albar y su conducción
hasta la fuente del mismo nombre a través de
un acueducto que circulaba por el camino de
Castejón o de Alozaina al Albar, son obras
hidráulicas que completan el conjunto de Los
Peñones, un complejo arqueológico de
extraordinaria importancia, que da muestra
de un asentamiento humano mediante una
extensa necrópolis de tumbas excavadas en la
roca y un lugar de culto asímismo excavado
en la roca.


Se conservan restos de este antiguo
acueducto, procedente de la zona de El
Albar, por donde discurría el agua de los
manantiales de la Sierra que abastecían al
pueblo. Este concretamente la llevaba hasta
un aljibe situado frente a la iglesia, donde
hasta 1930 se vendía el agua. El tramo final
está compuesto por un gran arco sobre el
cauce del arroyo de la Pasadilla , el cual
lleva el agua a una fuente de época medieval
caracterizada por un gran pilar para abrevar
el ganado. El agua era utilizada en el
Lavadero.
ARCO DE ALOZAINA
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A lo largo de la Edad Media surgen los
actuales núcleos de población regidos por
los almorávides, almohades y, por último,
nazaríes. Todos ellos dejaron su sello en
los castillos, el urbanismo, la tipología de
las viviendas, las acequias y albercas, los
bancales y otros muchos elementos que aún
hoy día son seña de identidad de estos
pueblos.

Esta gran arquería de piedra de tres
cuerpos, todos de herradura, y el central
más grande que los dos laterales, se
construyó a mediados del siglo XX para
conmemorar el pasado árabe de la villa,
convirtiéndose en pórtico de entrada al
pueblo, dándonos paso a una estructura
urbanística eminentemente musulmana, sobre
todo en su parte más antigua.
Estas calles son pendientes, laberínticas y
estrechas, a veces sin salida, con
relucientes fachadas blancas y escondidos
rincones, dominados por vistosas y
llamativas flores.
En las zonas antiguas aún predominan las
casas tradicionales. Por un lado, las más
señoriales, construidas por lo general en
plazas o calles principales, de dos o tres
plantas, amplia portada y ventanas y
balcones con bellos enrejados. Por otro, las
más humildes, no superando las dos plantas,
ambas de poca altura. En la fachada suele
llamar la atención el pequeño tamaño de las
ventanas que, al igual que los gruesos
muros, tiene como finalidad mantener la
vivienda aislada.
Al lado de estas viejas casas surge de
cuando en cuando algún pequeño monumento o
algún vestigio, recuerdo de un larga
historia.
Iglesia Parroquial de Santa Ana
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Esta parroquia fue erigida en 1505 y
confirmada en 1510 como anejo de
Casarabonela. Sin embargo, la iglesia
parroquial levantada en la parte alta del
pueblo se remonta a 1578.
En 1605 necesitó de una amplia restauración
que afectó a tejados, solería, escalera de
la torre y sacristía, rematada en Francisco
de Medina y realizada por el albañil
Jerónimo Hernández, siguiendo las
condiciones de Pedro Díaz de Palacios,
maestro de la Catedral de Málaga.

La Iglesia actual fue construida en el s.
XVIII en el emplazamiento de la antigua y
posiblemente aprovechándola en parte. Fue
realizada por Felipe Pérez el menor, maestro
de arquitectura, que la levantó entre 1770 y
1774.
Este templo tiene planta de cruz latina con
cubierta de madera incluso en el crucero, y
a los pies se levanta una pequeña tribuna
sobre arco rebajado. En los ángulos que
forman los brazos del crucero con la nave se
insertan dos capillas cuadradas cubiertas
con bóveda de arista, a las que se abren
sendos camarines poligonales, con restos de
yeserías en uno de ellos. Presenta su
cabecera reforzada con un muro exterior que
la rodea dejando un pequeño pasillo entre
ellos.

El exterior es de mampostería enlucida con
arco de medio punto en su portada principal,
entre pilastras cajeadas sosteniendo
entablamento con inscripción de azulejos que
alude a la reconquista de la villa en 1484.
La portada lateral presenta una composición
más sencilla , con bandas cajeadas. Los
azulejos de esta inscripción hacen alusión a
su creación como parroquia en 1622, ya que
antes dependía de Casarabonela. Estas
inscripciones así como gran parte de la
Iglesia acusan enormemente la restauración
realizada en 1953, pues al finalizar la
guerra había quedado completamente
destrozada.
La torre se levanta junto a la cabecera, es
cuadrada, maciza y sin adornos, excepto el
cuerpo de campanas que es octogonal, con
tejadillo piramidal y abre sus cuatro lados
mayores con arcos de medio punto , estando
los otros recorridos por una fina banda
abierta en su mitad por un óculo, que surge
en la base de un mensulón coronado por piña
que marca la transición del cuadrado al
octógono.
Necrópolis y Ermita Mozárabe del Hoyo de los
Peñones
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Con la llegada de los musulmanes, en el
siglo VIII, la Sierra de las Nieves va a
vivir una época de desarrollo. En muchos
casos los pobladores ocuparon el territorio
de forma pacífica, estableciendo una buena
convivencia con los antiguos pobladores
cristianos, los mozárabes, de cuya cultura
es muestra la iglesia rupestre y la
necrópolis del Hoyo de los Peñones, en
Alozaina.
Este importante conjunto mozárabe está
compuesto por un habitáculo y una iglesia
semirrupestre de origen eremítico, asociada
a una necrópolis del poblado de El Albar,
datado en los siglos IX-X. El habitáculo,
excavado en una peña, debió se ser celda del
ermitaño que cuidaba de la iglesia. Tiene
cuatro hornacinas labradas en la piedra.
La cara sur de la peña servía de cabecera de
la nave de la iglesia, de la cual solo
quedan restos del pavimento. La necrópolis,
ubicada en una zona muy cercana a la Iglesia
, contiene ciento veintiún tumbas excavadas
en la roca.
PARAJE DE ARDITE
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Cerro Ardite, cuna de los orígenes de la
historia de la cuenca de Río Grande, es sin
duda el lugar de mayor importancia
arqueológica de toda la comarca de la Sierra
de las Nieves, teniendo además una gran
singularidad desde el punto de vista
ecológico y paisajístico. Contiene vestigios
de todas las épocas, desde la Prehistoria
hasta nuestros días, en una sucesión de
ocupaciones:pueblos prehistóricos, íberos,
fenicios, romanos, árabes y castellanos.
De la Prehistoria se han documentado:
-
Un taller lítico en
El Garrotal, localizado en el Cortijo de
los Frailes y utilizado en diferentes
etapas de la Prehistoria, desde el
Paleolítico a la Edad del Bronce.
-
Un asentamiento
Neolítico en El Charcón con una
antigüedad aproximada de 6000 años.
-
Dos dólmenes o
sepulcros megalíticos de especial
relevancia; el de la Cuesta de los
Almendrillos, que proporcionó una gran
cantidad de materiales durante su
excavación y con una cronología relativa
de 5000 años a. P.; y el del Tesorillo
de la Llaná, de estructura muy
significativa, formado por un corredor
de acceso, una antecámara oval y una
cámara circular. Su fecha de
construcción coincide con la de la
Cuesta de los Almendrillos pero fue
reutilizado posteriormente como
enterramiento secundario durante la Edad
del Bronce.
Faltan estudios
exhaustivos de otras épocas. Se ha
constatado que tanto fenicios como griegos
comerciaron con los íberos, los cuales se
establecían en cerros de cierta entidad
orográfica para ejercer un control del
territorio. De la época romana destacan las
numerosas villae, viviendas rurales que se
esparcían por las fértiles tierras de
Ardite. La dominación árabe nos ha legado
una torre vigía o tal vez un pequeño Hins,
cuya importancia radica en que este enclave
resulta estratégico para la comunicación
entre las antiguas fortalezas medievales que
la rodean.
Paisajísticamente, el
Cerro Ardite destaca por su dominio sobre la
Cuenca del Río Grande y por una
geomorfología, en la que se combinan una
serie de estratos calizos que emergen
desnudos sobre los depósitos arcillosos.
Allí donde actualmente no llegan los
cultivos, existe una notable presencia de
vegetación termomediterránea, que es la que
se da hasta los 400 metros de altitud en
zonas de clima mediterráneo. Dominan
especies arbóreas y arbustivas como las
encinas, algarrobos, acebuches, lentiscos,
palmitos, jaras y retamas. Si unimos todas
esas características: ubicación estratégica,
cauce de agua permanente, vegetación
productora de frutos y animales, y suelos
idóneos para la agricultura, encontramos la
razón fundamental de la presencia de
asentamientos humanos desde la Prehistoria.
Por todo ello, Ardite es
un paraje que ha ser conservado para un
mejor conocimiento de nuestra historia, así
como para el disfrute de su riqueza
ecológica y paisajística.
PARQUE
MIRADOR DEL CASTILLO
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El Castillo aparece mencionado por primera
vez en época nazarí, y las crónicas
cristianas dan noticias de su rendición en
1484. Después de la rebelión de los moriscos
sobre 1568 se repuebla con cristianos.
En un intento de
recomponer la antigua fortaleza, en los años
cincuenta se construye un nuevo recinto
amurallado, con almenas y torres, sin
responder a la fábrica original: Es el
llamado Parque Mirador, desde el que se
divisa toda la hoya de Málaga .

Los actuales restos del
castillo se reducen a la Torre de María
Sagredo, incorporada a los muros de una
vivienda.
La noche del 6 de Julio
de 1570, una tropa de 600 hombres
acaudillados por El Yebali y Lorenzo Alfaqui
inician la marcha disfrazados de castellanos
con intención de asaltar esta villa, de sólo
ochenta vecinos. Iniciaron el asalto en
escuadrones de ocho filas con seis caballos
a los flancos, dando la sensación de venir
de practicar algún servicio al Rey. En el
pueblo quedaban solamente siete hombres en
condición de defenderse. Las mujeres,
disfrazadas de varones para engañar a los
asaltantes tomaron las armas, subieron al
campanario para tocar a rebato y al castillo
para defenderlo. Tres asaltos sufrió la
fortificación y tres fueron rechazados. El
intento costó a los moros diecisiete muertos
y sesenta heridos. María Sagredo, viendo
herido a su padre, se abrió paso entre la
horda, subió a lo alto de un torreón que
defendió bravamente y dio muerte a un moro e
hirió de saetazos a otros, tendiéndolos a
los pies del torreón que defendía. Los
moriscos, viendo la resistencia y tesón de
aquellas gentes dispuestas a morir antes que
rendirse, decidieron retirarse, incendiando
treinta casas, prendiendo a cuatro mozas y
robando 3000 cabezas de ganado.
Torreón
de María Sagredo
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“Aquí me ocurre por buen
ejemplo decir el valor de una doncella
llamada María Sagredo, la cual viendo caído
a Martín Domínguez, su padre, de un
escopetazo que le había dado un moro, llegó
a él y le tomó un capotillo que traía
vestido, y se puso una celada en la cabeza,
y con la ballesta en las manos y el aljaba
al lado subió al muro, y peleando como lo
pudiera hacer un esforzado varón, defendió
un portillo, y mató un moro, y hirió otros
muchos de saeta, y hizo tanto ese día, que
mereció que los del consejo de su majestad
le hiciesen merced de unas haciendas de
moriscos en Tolox para su casamiento”.

Así narraba Luis del
Mármol Carvajal a finales del siglo XVI la
historia de María Sagredo, heroína singular
que defendió Alozaina de un intento de
asalto durante la rebelión morisca, en 1570,
cuando en la villa sólo había mujeres, niños
y ancianos. Pero la leyenda va más allá y
asegura que esta brava mujer se fijó en unas
colmenas, que inmediatamente arrojó. Los
enjambres atacaron con furia a los
sitiadores de la villa que hubieron de
retirarse al grito de “malditas sean las
moscas de tu tierra”.

El torreón que observan
es el principal resto del antiguo castillo;
sobresale de los muros del recinto y está
integrado en el conjunto de viviendas de la
zona. De forma troncocónica, se compone de
grandes bloques de piedra tallada en el
exterior.
VALLE DE JOROX
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En la Sierra de las
Nieves, los primeros testimonios de la
presencia del hombre datan de hace más de
30000 años, todavía bajo el efecto de la
última época glaciar, donde reinaba el frío
en toda la zona y el hombre buscaba refugio
en las cuevas.
Poblado desde el
Paleolítico, como demuestran los restos
hallados en varias de las cuevas que lo
rodean, como la del Tajo de Jorox, este
idílico valle debe su esplendor al manantial
que da origen al río del mismo nombre.
El agua de este manantial
se distribuye por una completa red de
acequias y albercas de origen árabe, para
ser utilizada como fuerza motriz de un total
de nueve antiguos molinos, así como para el
riego de los fértiles bancales que acogen
ricos y frondosos huertos.
Estos nueve molinos de
harina que existieron junto al cauce del río
de Jorox no cumplen ya su cometido, pero se
ha conseguido conservar algunos de ellos en
buen estado.
En el conjunto de la
aldea destacan elementos como la Ermita de
la Veracruz y la altiplanicie denominada La
Mesa, lugares de peregrinación en la romería
de primeros de mayo. Las cuevas, el
Nacimiento y el Charco de la Caldera son los
emblemas naturales de este precioso enclave
de inigualable paisaje.
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