GUARO -
MONUMENTOS PRINCIPALES
Centro Cultural Municipal Al-Andalus
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Este centro se ha creado con el objeto de
destacar el valor del pasado histórico
local, centrado en la tradición centenaria
del cultivo de la aceituna. La trascendencia
de la cultura del aceite se muestra en los
usos del mismo y su repercusión social a
través de la historia desde el periodo
histórico de Al-Andalus.
El edificio principal, cuya tipología
responde a una almazara de finales del siglo
XIX, se destinó a la elaboración de
productos derivados de la aceituna, la cual
estuvo en funcionamiento hasta principios
del siglo XX.
Este edificio ha sido rehabilitado para dar
solución a las necesidades que imponen su
readaptación como Museo Etnográfico. Para
dar respuesta a las expectativas que genera
esta institución museal dentro del conjunto
del centro cultural diseñado, cuenta con una
sala de exposiciones temporales, una sala
audiovisual, una oficina de información,
almacenes y un gran patio al aire libre para
la celebración de actos.

El Museo Etnográfico del Aceite cuenta con
una colección integrada por un conjunto de
máquinas e instalaciones perteneciente a la
antigua almazara. Se ha diseñado un
recorrido por la evolución de las piezas que
han pasado por esta fábrica, rehabilitadas
para su prefecto funcionamiento.
Esta abarca desde las primeras y originarias
muelas rudimentarias de piedra granítica
hasta otras tecnológicamente más avanzadas,
movidas por motores eléctricos, cuyas
antigüedad data ente 1840 y 1947.
Se han añadido a esta colección otras de
gran valor histórico, relacionadas con la
misma función, como una prensa de aceite
árabe del siglo XII, que por originalidad y
antigüedad representa la pieza más
importante del Museo y puede ser de las más
antiguas utilizadas en Andalucía.
Ermita de La Cruz del
Puerto
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Tradicional cruce de caminos en una
encrucijada de veredas y sendas, todas ellas
dirigidas a los campos de cultivo que
surtían de alimentos y bienes a los vecinos
de la villa.
Desde siempre los más ancianos del lugar
recuerdan la Ermita de la Cruz del Puerto,
como un lugar presente pero sin tiempo para
detenerse en él. Los rezos de los arrieros
se sucedían uno de tras del otro, siempre
pidiendo por las bondades del día, que la
buena suerte le acompañase en su camino y en
su destino.
Los recuerdos que asaltan la memoria de
nuestros mayores sobre este lugar son muchos
y todos ellos tratan de un lugar pequeño,
con una pequeña “peana” de obra y una cruz
de madera, una pequeña hornacina donde se
alojaba la imagen del “Santo Cristo del
Puerto” y una grieta en la pared por donde,
aquel que podía, depositaba la voluntad en
forma de “gordas, chicas ...”, es decir, las
monedas de la época.

Cuentan que, durante los años duros de la
post-guerra, gentes desesperadas y
hambrientas rompieron la hornacina para
“poder comer ese día”, un gesto de personas
a las que el hambre les hizo perder el
miedo, dejar a un lado la Fe y anteponer su
desesperación.
Posteriormente la Ermita de la Cruz del
Puerto fue restaurada y ampliado el lugar
adyacente, con una pequeña zona ajardinada y
algunos cipreses. En su interior, la
hornacina protege la imagen un Cristo,
donado por una vecina de la villa.
Aún hoy, la ermita sigue siendo lugar de
peregrinación y rezo para muchos vecinos /as
que después de un paseo, llegan a un lugar
donde se respira tranquilidad, donde la
cruz, el Santo Cristo y una “mariposa”
encendida no faltan.
Ermita de San Isidro
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Este lugar de encuentro se construyó en la
margen derecha de Río Grande, afluente del
Río Guadalhorce donde vierte sus cristalinas
aguas cada día.
En sus orillas, cada año llegan los romeros
desde la villa tras un duro camino por la
popular “cuesta del río”. La imagen del
santo sobre un carro tirado por bueyes cada
15 de Mayo duerme en este lugar,
especialmente construido para albergar al
patrón de todos los agricultores, guareños y
guareñas dedicados al campo desde siempre.

La ermita, en sí misma, es el centro de toda
la fe, la devoción y el júbilo de las gentes
que cada año celebran un día tan especial en
un ambiente natural y privilegiado como es
el cauce de Río Grande. La obra consta de
una pequeña hornacina donde se aloja la
imagen de San Isidro dos noches cada año
rodeado por una verja, no demasiado alta. A
los lados tiene dos “ojos de buey” y sobre
ella una estructura a modo de campanario sin
campana.
Todo el conjunto está pensado para que la
religiosidad del acto no esté reñida con el
sentimiento de júbilo que propios y extraños
desean expresar esos días.
Fuente de San Isidro
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Lugar de encuentro de “arrieros” en las
tardes y noches de veranos e inviernos, para
abrevar a los cansados animales que, después
de una larga jornada de labranza y camino
llegaban a sus cuadras para pasar la noche.
En los años 50 se construye debido a la
necesidad de abrevaderos para los animales,
ya que en la villa, el número de “yuntas”
creció y el pilar tradicional de la
Fuentezuela no era suficiente para todos.
En sus comienzos, se trataba de un “pilar”
largo con dos caños de agua cayendo de forma
natural y separado de las viviendas que
rodeaban el lugar. Puesto que en él bebían
los animales, estaba prohibido lavar la ropa
y demás tareas propias de la época.

Las familias para tomar el agua necesaria en
las casas y que se solía transportar en
cántaros, lo hacían de la fuente situada un
lateral del actual ayuntamiento, mientras
que en los bajos de éste estaban los
lavaderos.
La dedicatoria de la fuente a San Isidro
nadie recuerda de dónde procede ni cómo se
propuso, aunque todos saben que ese lugar es
“La Fuente de San Isidro”.
Cada año, durante la Romería en honor a este
santo, la procesión que transcurre desde la
Iglesia hasta las afueras del pueblo, donde
comienza de verdad el camino, hace una
parada en la fuente, donde su agua y el
lugar quedan impregnado del espíritu de fe y
fiesta que se vive en la villa cada 15 de
Mayo.
IGLESIA SAN MIGUEL
ARCÁNGEL
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Bello templo que, desde su primera
construcción, ha sido sometido a diversas
remodelaciones hasta adquirir la planta de
cruz latina que presenta en la actualidad.
Construida en 1505 como aneja a la de Monda,
cien años después Pedro Díaz de Palacios,
maestro de las fábricas del obispado,
procede a la reforma de la iglesia de San
Miguel. Se reforman los tejados, cubiertas,
torre del campanario, solería y nueva
sacristía. Remató la obra el albañil
Francisco de Alba en 370 ducados. Es
reconstruida después de la Guerra Civil
Española por Enrique Atencia.

El exterior ,de gran interés, es de gran
prestancia gracias a la combinación del
color de los muros, zócalo y remates con
elementos decorativos. Presenta planta de
cruz latina sin naves laterales. La fachada
de los pies presenta arco de medio punto
entre pilastras toscanas y encima balcón con
vano rectangular rematado en cornisa y
hornacina con la imagen de San Miguel,
advocación de la parroquia; a la derecha
torre cuadrada de dos cuerpos abriendo arcos
de medio punto en el segundo, que es el de
campanas.
En su interior destacan por su belleza
varias imágenes como San Sebastián y la
Virgen Inmaculada, patronos de la villa, así
como otras por las que se siente gran
devoción, como la Virgen del Carmen.
Ha sido restaurada en los años 1996-1997 en
la cubierta, torre de campanas, sacristía,
coro, altares, etc, mediante una Plataforma
para la Reforma de la Iglesia integrada por
vecinos, colectivos locales, Obispado y el
Ayuntamiento de Guaro con una inversión de
unos 30 millones de las antiguas pesetas.
MOLINO DE MARMOLEJO
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Las instalaciones que aquí se presentan son
propiedad de la familia Marmolejo, la cual,
en un gesto de solidaridad y aprecio por su
pueblo, permiten la visita del antiguo
molino junto con las zonas circundantes.
En su conjunto se trata de un antiguo molino
de piedras impulsado por la energía del
vapor sobre una máquina de pistones y su
caldera anterior. Las aceitunas para ser
trituradas caían desde un sin-fin situado
sobre las piedras que se hacía mover gracias
a una corona dentada que giraba a la vez que
las piedras, en un movimiento sincronizado.
Junto con la máquina de molienda, existe la
prensa hidráulica que gracias a su trabajar
se obtenía el aceite virgen.

Anterior a la zona propia de molienda,
existen a la izquierda conforme se accede al
recinto las “trojas”, pequeños habitáculos
dispuestos en batería sobre los cuales se
iban echando las aceitunas cogidas poco a
poco por los agricultores hasta completar lo
que aún se denomina hoy en día una “tarea”,
que varía en función del tamaño de la
prensa, pudiendo ir desde los 600 a los 750
Kg. El pago por el alquiler de la maquinaria
aún se sigue llamando “maquila” y solía ser
parte del producto obtenido y de los
residuos de la aceituna, esto es, aceite y
orujo en cantidad variable según el molino y
el año.
El uso y disfrute de unas instalaciones
magníficamente bien conservadas exige que
todos los que disfruten de ella, lo hagan
desde el más absoluto de los respetos y
agradecimientos a una familia comprometida
con la Villa de Guaro.
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