MONDA -
MONUMENTOS PRINCIPALES
CALZADA ROMANA
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Se encuentra a las afueras de Monda, en
dirección a Coín. Se dirigía al valle del
Guadalhorce y a la antigua ciudad de Malaka
a través de Cartima (Cártama), buscando una
vía para la exportación de productos del
interior, como el aceite y el cereal, hasta
el puerto de Malaka y, desde ahí, a todo el
Imperio Romano.

A pesar de estar construida en época romana,
hace casi dos mil años, su estado de
conservación es muy bueno, siendo sus
retales más antiguos los que presentan las
losas de mayor tamaño. Presenta reparaciones
de épocas posteriores, como la medieval y
moderna. De época medieval conserva un gran
tramo donde el empedrado ha tomado la
disposición del típico opus spicatum, espina
de pescado, medieval. Hacia el arroyo
Alcazarín la calzada desciende de forma
escalonada, algo poco usual en las calzadas
romanas. El cauce fluvial del Alcazarín era
salvado mediante un puente de madera.
Para la construcción de la calzada se hizo,
primeramente, una zanja de alrededor de
medio metro de profundidad a todo lo ancho
del trayecto. Luego esta zanja era rellenada
por capas de piedras gruesas y finas,
prensándolas con fuerza, hasta la capa
final, que se cubría con lajas o se le
aplicaba una cubierta de grava muy prensada
para facilitar el tránsito y rodar de los
carruajes.
A los lados, cada milla, eran colocados los
denominados miliarios, monolitos de piedra
que indicaban la distancia que restaba para
la siguiente población.
Hasta hace muy pocas décadas ha seguido
siendo utilizado para ir a Coín o Málaga.
CASA-MUSEO
MARIGLORIA
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Se trata de una antigua vivienda
tradicional, que recupera todo el tipismo de
las viviendas rurales andaluzas de
principios del siglo XX, de paredes
encaladas, fachadas adornadas con floridos
balcones y cubierta de teja mora, reflejando
la forma de vivir tradicional de los
habitantes de este municipio.

Hace décadas en esta casa había una tahona
donde se amasaba, cocía y despachaba el pan.
Conserva no sólo los útiles para su
elaboración, sino todo el encanto del modo
de vivir tradicional de Monda que emerge de
cada uno de los objetos que, a lo largo del
tiempo, ha ido recopilando y exponiendo su
propietaria: aperos de labranza, vasijas de
barro, antiguo mobiliario y otros elementos
de la vida rural tradicional. Entrar en la
casa de Marigloria supone realizar un
pequeño viaje en el tiempo hasta la época de
nuestros abuelos. Entrar en esta casa es
entrar en las costumbres y tradiciones
mondeñas.
Se puede considerar uno de los lugares más
interesantes del municipio, por lo que su
visita es muy recomendable para toda aquella
persona que esté interesada en conocer la
idiosincrasia de este pueblo.
FORTALEZA DE
AL-MUNDAT
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Construida sobre una colina, denominada la
Villeta, dominante del pueblo y la vega, se
alza esta fortaleza de origen islámico.
Actualmente convertida en hotel de lujo, aún
guarda su encanto, dotando al pueblo de
personalidad propia.
Su origen parece remontarse al siglo IX,
siendo mandada construir por el caudillo
muladí Omar Ibn Hafsún para constituir su
propio señorío.

En el siglo XII es refortificada por los
almohades y, más tarde, por los nazaríes del
Reino de Granada. A la parte residencial,
denominada celloquia, se le adosa un
perímetro amurallado que discurre por la
colina adaptándose a las irregularidades del
terreno. Adosadas a esta muralla existían
algunas torres y bastiones, de los que
quedan algunos restos.
La fortaleza fue tomada pacíficamente en
1485 por las fuerzas cristianas de los Reyes
Católicos, y mandada desmantelar por éstos.

Tras la Rebelión de las Alpujarras (1568),
el castillo fue destruido e incendiado su
barrio de viviendas por los moriscos en su
rebeldía. Sofocada la rebelión éstos fueron
expulsados de sus tierras, que serían
repobladas por cristianos viejos procedentes
de otros reinos.
Existe una leyenda entorno a la fortaleza,
que versa sobre un romántico y trágico hecho
acaecido en su interior: cuenta la tradición
que la hija del alcaide de Monda, doña
Beatriz, se enamoró del hijo del alcaide de
la vecina población de Tolox, don Arturo.
Ambos vivieron una apasionada historia de
amor hasta que éste hubo de partir a las
recién descubiertas tierras americanas.
Arturo le regaló a su amada una flor del
almendro bajo el cual cada atardecer se
veían y le dijo: “esta flor es mi corazón”.
Pasó el tiempo y un día de la flor brotó una
gota de sangre. Beatriz comprendió que su
amado había fallecido allende los mares y
murió al instante de tristeza.
“Y durante muchos años la sombra de la Buena
Villeta vagó por la ruina de Los Castillos,
apareciéndose en los atardeceres a las
gentes de Monda, quienes todavía, durante
las altas horas de la noche, en ciertas
épocas del año, oyen, con terror, los
quejidos y la voz plañidera de la doncella
sin ventura que murió de mal de amores.”
EL CALVARIO Y LAS
ERAS
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El Calvario se encuentra situado en un
promontorio a las afueras de Monda, junto a
las eras moriscas. Se trata de la última
estación del Vía Crucis de la Semana Santa
mondeña; destaca el Jueves Santo, por la
noche, donde los tronos de Cristo
Crucificado y de la Virgen María son
llevados a este lugar alumbrados por la luz
de las velas y acompañados por rezos
procesionales. Igual que las cruces este
monumento se remonta al siglo XVIII y fue
mandado edificar por un miembro de la rica
familia malagueña de los Cózar tras realizar
un viaje por los santos lugares.
Está realizado en ladrillo de barro cocido
y, posteriormente, encalado, dividido en
tres cuerpos, siendo de mayor altura el
central, y coronados por sendas cruces de
hierro. Los entrantes y salientes que posee
su arquitectura proporciona un bello juego
de luces y contraluces. En su frontal y en
su parte posterior presenta dos pequeñas
hornacinas que en tiempos albergarían
algunas imágenes.

A sus pies se extiende una gran era de forma
circular cuyo pavimento está realizado con
cantos de río. Se utilizaba para la trilla y
el venteo del cereal. En sus inmediaciones
se hallan otras eras, siendo algunas de
origen morisco.
Poco más abajo del Calvario nos encontramos
con otra pequeña construcción que posee una
hornacina. Se trata de otra antigua estación
del Vía Crucis, probablemente del siglo
XVIII o XIX, cuyas paredes encaladas no
dejan traslucir la bella decoración
pictórica que posee.
LA FUENTE DE LA
VILLA
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A la salida del pueblo, en dirección al
cercano municipio de Guaro, existe otra de
las fuentes más conocidas por los mondeños y
que ha surtido de agua a nuestro pueblo. Se
trata de la fuente de la Villa, situada a
los pies del cerro de la Villeta, donde se
enclava la fortaleza de al-Mundat.
En sus frescas aguas han calmado su sed
vecinos, caminantes, animales y ganados. Del
pilar el agua pasaba a un lavadero público
que se encontraba junto a esta fuente.
Cerca, en la falda de la colina se
localizaba la maqbara o almocaber, el
cementerio islámico, próximo al castillo y
poco más abajo se conservan los restos de
una antigua tejería de origen medieval,
probablemente nazarí. En torno al castillo y
a esta fuente hay otra leyenda, la que
cuenta que en épocas de asedio los sitiados
burlaban el cerco de los sitiadores a través
de un túnel subterráneo que unía la
fortaleza con la mencionada fuente. De esta
forma los sitiados podían abastecerse de
suficiente agua como para soportar largos
asedios.
Frente a ella nos encontramos con un bello
paisaje. En primer término unos ricos
huertos abancalados, preñados de naranjos
donde, antaño, solo existían parrales, y
donde aún podemos encontrar algunos
granados. Estos bancales son regados por
acequias de origen islámico que se han ido
reparando y manteniendo a lo largo de los
siglos. Más allá se divisa las tierras de
secano, predominando olivares y almendrales.
Si miramos hacia el este en los días claros
podremos ver Sierra Nevada.
"Tiene mi pueblo una
fuente,
que es toda una maravilla,
tiene un murmullo elocuente,
y es tan bella y sonriente
que es la fuente de la Villa"
José Tapia Mancha
LA FUENTE DE LA
JAULA
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Dentro del mundo islámico el agua ocupa un
papel primordial. El agua se usa para lavar,
para beber, para refrescarse, regar,…, es
uno de los símbolos del Paraíso islámico. En
Monda conservamos varias fuentes de origen
islámico: la “Meamea”, la “Esquina”, la
“Jaula” y la “Villa”.

La fuente de la “Jaula” es la más importante
de todas ellas. Recibe su nombre del vocablo
árabe al-Haura, que significa fuente de las
afueras o de la hondura. Además de
proporcionar agua a los vecinos del pueblo y
a sus animales, sus aguas eran usadas para
regar, mediante acequias, los pagos de
Pitalata y Afetarix, en dirección a Coín y
Guaro respectivamente.

Se puede observar el desgaste de las piedras
que forman la pila, el cual se ha producido
por el rozamiento de las vasijas que eran
llenadas de agua.
Fue reformada en el siglo XVIII, y se le
adosaría un lavadero público con cubierta a
un agua sustentada por arcos de medio punto
de barro cocido. En su interior alberga una
gran pila con losas de piedra usadas para
lavar. Este lavadero ha seguido siendo
utilizado hasta bien entrado el siglo XX y,
actualmente, es uno de los monumentos más
bellos y con mayor valor etnográfico de
nuestro pueblo.
IGLESIA DE SANTIAGO
APÓSTOL
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La iglesia parroquial fue mandada construir
hacia 1505 sobre la demolida mezquita del
arrabal islámico que se levantaba en el
mismo lugar.
Primitivamente sólo tenía una nave con torre
a los pies, siguiendo la tradición de las
primeras mezquitas musulmanas. Más tarde se
le añadirían las naves laterales. A lo largo
de los siglos ha sufrido algunas reformas,
hasta la realizada hacia 1605 por Pedro Díaz
de Palacios, que le proporcionó su
configuración actual.

La fachada se compone de una entrada en arco
de medio punto flanqueada por pilastras
sobre la cual se ubica un frontón con una
imagen de Santiago Apóstol. A los pies tiene
su torre-campanario.
Tras cruzar el primer escalón el templo nos
recibe con un robusto arco de medio punto
realizado en ladrillo de barro cocido y de
tradición mudéjar, huella imborrable de
nuestra herencia islámica.
Interiormente el espacio se articula en tres
naves separadas por arcos de medio punto
apoyados sobre pilares rectangulares. La
bóveda central, con forma de artesa, también
de tradición mudéjar; las naves laterales
poseen bóvedas de arista y el presbiterio de
medio cañón, rematadas con sendas capillas
construidas a principios del siglo XVIII: La
capilla de la nave del Evangelio se cierra
con una bóveda de gajos con ocho nervios
quebrados sobre ménsulas y con estrella
central, decorada con un rico cromatismo de
colores vivos. La capilla de la nave de la
Epístola posee una bóveda de gajos sobre un
anillo lobulado con ocho nervios cubiertos
de yeserías que penden de un rosetón
central; angelillos y pájaros sobre
abundante macolla de hojas y flores campean
alternadamente en los segmentos. La
decoración se extiende a las pechinas, y
sobre la hojarasca con rocallas emergen
querubines, presidiendo óvalos con símbolos
marianos (torre, fuente, azucena…).
Tras la cabecera está la sacristía y, tras
ella, se ubicaba el antiguo cementerio. A
los pies hay una tribuna elevada donde se ha
colocado una viga con una inscripción que
apareció en la última restauración y que
reza de la siguiente manera: “Siendo
Bernardo de Godoy Maestro Mayor deste
Obispado de Málaga. Me fecit A principio
Ubsque Ad fin. Año de 1680”.
LAS CRUCES: LA CRUZ
CARAVACA
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Existen en Monda varias cruces que, según la
tradición, protegen a sus vecinos de los
malos augurios y de los malos espíritus. Se
trata de la Cruz de la Sierra, la Cruz de
Caravaca y la Cruz del Agua.
Parece ser que se remontan al siglo XVIII y
que fueron mandadas construir, al igual que
el Calvario, por la rica familia malagueña
de los Cózar. Se trata de pequeñas
edificaciones cuadrangulares con cubierta de
teja mora a dos o cuatro aguas en cuyo
interior se encuentran las mencionadas
cruces. Estos templetes se sitúan a las
afueras, en lugares elevados y un tanto
apartados. Son elementos de carácter
religioso que pretenden sacralizar el
espacio dotándolo de un sentido cristiano.
Desde ellos se puede disfrutar de unas
buenas vistas del pueblo y su entorno. Así
sucede desde la Cruz Caravaca, desde donde
podemos disfrutar de una agradable
panorámica del municipio y del castillo.
La veneración por la Cruz de Caravaca data
de la época medieval, en que la Península
Ibérica estaba dominada por los musulmanes.
Cuenta la leyenda que en el pueblo de
Caravaca, ocupado por los muslimes,
descendieron desde el cielo dos ángeles
portando una cruz. Fue tanta la impresión
que se llevaron que abjuraron de su fe
islámica y abrazaron el cristianismo. Desde
ese momento la veneración por la Cruz de
Caravaca se extendió rápidamente.
A la Cruz de Caravaca se le otorga un
carácter protector contra todo tipo de
males, incluyendo rayos, tempestades y
centellas. Son muchos los vecinos que,
siguiendo la tradición, acuden a ellas a
orar o poner velas, en cumplimiento de
alguna promesa, para expresar algún deseo o
por simple devoción.
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